Pero siempre me convencieron
De la movida de la bolsa o la vida
Que es la moda del siglo que corre.
Por eso solo me preocupo
De mantener mi billetera gorda a cualquier precio
Y del bien sacrosanto de mi panza.
Desoigo los consejos de los pobres, y buenos.
Hay que trampear para poder sobrevivir
Tretas y artimañas convienen
Y es ventajoso mantener alguna carta oculta.
Los discursos morales, ya se sabe, conducen a la ruina.
Hay que ir armado también por el buen camino.
El mundo se pone cada vez más difícil.
Pregúntale a mi pistola.
Entre el justo y el pecador
La diferencia está en el muerto.
Y aunque no haya muerto malo
Es preferible seguir vivos.
El vencedor impone la moral.
Las víctimas no cuentan. Se cuentan. Y se olvidan.
Muchas veces quise ser bueno.
Pero, quién alimentaría a mi familia.
Es prevenir que tener que lamentar
Y menos peligroso golpear de primero.
Por hacer el bien sin mirar a quién
Muchos, que ya olvidé, encontraron mal fin.
Es bueno y loable intentar ser honrado.
Pero resulta un sinsentido
En este mundo corrompido.
La virtud es hermosa no cabe duda.
Pero las virtudes del rico son evidentes
Y están bien respaldadas por los bancos.
El que cuenta sus morlacos
Dispone bien las partes del antiguo problema
De lo bueno, y lo malo.
Hay que alejarse de la horrible pobreza.
Hay que ser duros, antes que demasiado puros.
Golpea fuerte, y no lamentes tu suerte.
Si no existieran el bien y el mal
La vida sería como pan con pan.
Unete a mi banda. No te irá mal. Si eres leal.
Y sobre todo, te cuidaremos de la policía.
Es una porquería.